¿HAN MUERTO LOS TEXTOS ESCOLARES?
Luis Bretel
Si alguien nos dijera que está pensando montar una industria de espuelas, herraduras o ruedas para carretas, trataríamos sin duda de desanimarlo. ¡A quién se le ocurre! Y no porque no haya quien pueda desear comprar tales objetos, sino porque tienen un mercado tan reducido, casi al nivel de objetos de colección, que no justifica el esfuerzo y la inversión de dinero que implicaría el producirlos y tratar de venderlos.
Esta misma reacción tuve cuando un amigo muy cercano quiso saber cuál era mi opinión respecto a la posibilidad de incursionar en el ámbito editorial para producir textos escolares. ¡Estás loco! - le dije - ¡El texto escolar ha muerto! Inmediatamente me mostró cifras de la cantidad de textos escolares que se habían vendido en el Perú en los últimos años y me respondió que el loco era yo.
Estoy seguro que algo semejante nos hubiera ocurrido si un amigo nuestro hubiera querido poner una herrería en la Lima Cuadrada de 1915 y que para justificar su inversión nos hubiera mostrado cifras del consumo de espuelas, herraduras y rudas de carreta en Lima, entre 1850 y 1910. Le habríamos dicho, lo mismo que yo a mi amigo, “no mires el pasado para hacer una inversión, intenta más bien mirar hacia el futuro”. Y obtendríamos la misma cara de asombro como respuesta, aunque la verdad es que mayor asombro puso cuando le mostré las siguientes páginas web y los vínculos que ellas contienen: http://www.educared.edu.pe/ , http://www.educared.net/asp/global/inicio.asp , http://www.educaguia.com , http://www.cnice.mecd.es/recursos/index.html.
Pude haberle mostrado cientos más, pero creo que ver esas tres páginas y “navegar” cinco minutos dentro de cada una fue suficiente para que finalmente asintiera: “Tienes razón, es verdad que el texto escolar ha muerto”. Y si los docentes no hacemos algo por acelerar la muerte de los textos escolares, ello querrá decir que estamos obligando a nuestros alumnos a montar a caballo cuando tienen miles de automóviles a su disposición.
La información organizada, seleccionada, dispuesta para cada edad, para cada área, atractiva, útil, bien estructurada, completa, actualizada, etc., ya no está más en los libros de texto, sino en Internet. Sólo basta un poco de paciencia, saber utilizar un buscador y, por supuesto, tener cerca una computadora conectada a Internet.
Este es el momento en que muchos escépticos dirían: “Eso en el Perú es imposible”. Pero, cifras al canto, es y será imposible mientras que quienes tomen decisiones educativas (grandes y pequeñas) sigan pensando en Serpost cuando alguien les dice “te envío un correo”, o que chat es un grupo musical o una nueva droga a la que los jóvenes se están volviendo adictos.
Aquí van algunas pequeñas, si en lugar de comprar textos escolares para uno de mis hijos el presente año, en su colegio nos hubieran propuesto entregar ese dinero para comprar computadoras, hubiera alcanzado para comprar una para cada cinco chicos, es decir entre 8 y 10 computadoras para cada aula. Si el Ministerio de Educación hubiera comprado computadoras en lugar de textos escolares el año pasado, con el mismo dinero hubiera podido comprar cerca de ventidos mil computadoras. Sólo con una cantidad semejante a los 100 nuevos soles mensuales que el gobierno ha aumentado a los docentes, en un año hubiera alcanzado para poner dos computadoras en cada aula de escuela pública del país. Para comprar una computadora para cada diez alumnos (cinco la usan en el turno de la mañana y cinco en el de la tarde) para todas las escuelas y colegios públicos del país, se necesitaría 350 millones de dólares y el presupuesto anual del Sector Educación es casi ocho veces esa cantidad.
En fin, si los textos escolares no han muerto todavía en el Perú, no es porque sirvan para algo, sino por nuestra propia necedad.
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